jueves, 28 de julio de 2011

Cerca de la casa de la Ailin II

Primero sucedió que algo me encontré,
después pensé en la casualidad de ser jueves,
el mismo barrio,
y algo en el piso,
una moneda de un peso.
No creo que pueda con eso
comprarme el Ford Ka,
tampoco un cospel para la vuelta,
pero hacía solo unos minutos
me había encontrado a Juan Gelman,
fumando un cigarrillo y con aspecto porteño
me contaba de México y de Jaime Sabines mientras
yo le hablaba de Mirta
y del Heber y le miraba el brillo en los ojos,
ojos y brillo solo de poeta que a unas chicas le decía que
lo bueno es que te guste la poesía, no Juan Gelman.
Chau Juan, nos vemos mañana le dije
y me fui manejando mi susurrador
que vale más que un peso,
que un jueves,
que un Ford Ka...
sigo caminando y luego del peso
o antes, no recuerdo,
me encuentro en un tacho de basura
un tubo de cartón,
lo alzo
y pienso en los poemas que puedo, algún
otro jueves,
regalar con él.



miércoles, 15 de abril de 2009

Cuento para disparar....interesante!

De la página de Editorial en Línea, proyecto final de Libia Brenda Castro para aprobar el Diplomado en Edición de Publicaciones Digitales impartido por la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico de la UNAM, ahí encuentro una publicación un cuento de Ricardo Bernal, un escritor mexicano que me parece bastante interesante.
Este cuento forma parte de la publicación web Hay horror en los ojos de Caín, que no parece estar completa ya que sólo contiene tres cuentos y no incluye el que da nombre a la publicación,
Lucy y el monstruo
Ricardo Bernal
Querido Monstruo:
Ya no te tengo miedo. Mi papi dice que no existes y que no puedes llamar a tus amigos porque ellos tampoco existen. Cuando sea de noche voy a cerrar los ojos antes de apagar la luz del buró y voy a abrazar bien fuerte a mi osito Bonzo para que él tampoco tenga miedo. Si te oigo gruñir en el clóset pensaré que estoy dormida. No quiero gritar como siempre. No quiero que mi papi se despierte y me regañe.

Ya sé que me quieres comer, pero como no existes nunca podrás hacerlo; aunque yo me pase los días pensando que a lo mejor esta noche sí sales del clóset, morado y horrible como en mis pesadillas… Mañana, cuando juegue con Hugo, le voy a decir que te maté y que te dejé enterrado en el jardín y que nunca más vas a salir de ahí. El se va a poner tan contento que me va a regalar su yoyo verde y me va a decir dónde escondió mis lagartijas (siempre ha dicho que tú te las comiste, pero eso no puede ser porque mi papi me dijo que no existes y mi papi nunca dice mentiras).

Voy a dejarte esta carta cerca del clóset para que la leas. Voy a pensar en cosas bonitas como en ir al mar, o que es navidad, o que me saqué un diez en aritmética.

¡Adiós, monstruo!, que bueno que no existas.
Carta
firma:
LUCY
Mi pequeña Lucy:

¿Cómo que no existo? Tu papi no sabe lo que dice.
¿Acaso no me inventaste tú misma el día de tu cumpleaños número siete? ¿Acaso no platicabas conmigo todas las noches y te asustabas con los extraños ruidos de mis tripas?

Todas las noches te observé desde el clóset y tú lo sabías… Aunque nunca me viste conocías de memoria mis ojos, mi lengua y mis colmillos; pues todas, todas las noches me soñabas.

Por eso cuando leí tu carta sentí tanta desesperación. Por eso destrocé tus juguetes y me comí de un solo bocado a tu delicioso osito Bonzo.

osito

Lo juro Lucy, tú ya estabas muerta.

Tenías los ojos abiertos y cuando toqué tu barriguita estaba más fría que mi mano. Seguramente te mató el miedo y yo no pude comerte pues no me gusta el sabor de los niños muertos. Lo único que hice fue regresar al clóset y llorar de tristeza hasta quedarme dormido… ¡Pobre Lucy! ¡Pobre Lucy y pobre monstruo solitario!

Ahora tendré que salir de aquí, alejarme de los adultos que cuidan tu pequeño ataúd y dejar esta carta donde puedas encontrarla… Necesito la risa de un niño y necesito el miedo de un niño para seguir vivo.
Por cierto Lucy, ¿dónde dices que vive tu amigo Hugo...?

monstruo

Atentamente:
EL MONSTRUO